sábado, 18 de abril de 2015

Los comienzos del Colegio Germania de Puerto Varas en un cuento de Alejandra Steger de la Maza titulado “Recuerdos”.

 
 
Por Alejandra Steger de la Maza *

Han  pasado tantos años desde entonces, sin embargo, lo recuerdo como si fuera ayer:

“El día había amanecido con un tibio sol primaveral y el aire traía un profundo aroma a eucaliptus; recostado sobre el portón mientras observaba a la minúscula mariposa que se debatía entre mis dedos, me sorprendió  el llamado de mi madre dándole con el susto libertad a mi bella prisionera.

Mamá me esperaba  cerca de la casa, en ésta se efectuaba una reunión y ella no queriendo interrumpir, me encargó le entregara a mi padre un documento que había llegado.

 Pedí permiso y entré; después de entregar la misiva, observé los rostros decididos  de aquellos hombres, que continuamente  se habían estado reuniendo para resolver unidos y poco a poco , los problemas que se presentaban en la colonia.

-¡Escuchen esto!-exclamó papá, después de leer la carta.

-La comunidad de Puerto Varas, nos comunica la próxima construcción de una escuela-según dice aquí- que mantenga la tradición de nuestros antepasados.

-Eso soluciona nuestro problema-repuso uno de los presentes. Nuestro anhelo ha sido poder enviar a nuestros hijos a un lugar, donde junto con estudiar, aprendan la cultura y religión germana. Este es un proyecto que no debe fracasar.

- Claro ¡ Claro que no!-agregó otro- tendrán todo nuestro apoyo. ¿ Cuándo comenzará la construcción? – interrogó dirigiéndose a mi padre.

-Bueno- expresó éste- las primeras gestiones para reunir madera e implementos necesarios ya han comenzado, pero la construcción no será hasta dentro de unos meses. Claro que la enseñanza ya se impartirá esta temporada en una casa particular.

Yo sólo en un rincón, pensaba en lo que acababa de escuchar ¡una escuela!; por fin podría conocer todo lo que mi mente se preguntaba, aprendería a leer y a escribir como mi padre, llegaría quizás a conocer la historia, de aquellos personajes de los pocos libros que se guardaban en la casa. Recordé cuántas veces los había ojeado, y  junto a papá, observando los dibujos anhelaba aprender.

Conocería la historia de otros países, el valor de los números, y el por qué de muchas cosas que hasta ahora no tenían explicación para mí. Durante días fue el único tema de conversación en casa.

 Todo el verano estuve reflexionando sobre ello, esperaba impaciente la temporada de invierno; soñaba con el día en que partiríamos a Puerto Varas.

Por fin llegó el día. Partimos con el amanecer, me despedí emocionado  de mi mamá, mientras  mi padre preparaba las mantas para abrigarnos del frío matutino. Durante el viaje me dio varios consejos importantes teniendo en cuenta que ya no contaría con él.

Después de un largo recorrido que duró prácticamente todo el día, comencé a divisar un área ya habitada, el frío era más intenso, me arrebujé en la manta y me dediqué a mirar el paisaje; un lado estaba completamente iluminado por la acción del sol al ocultarse, admiré el proceso en silencio, pero al virar la cabeza y contemplar el cuadro que se presentaba ante mis ojos, quedé sin aliento, embelesado, admirando la transparencia del lago donde se reflejaban dos hermosos volcanes cubiertos de nieve en las faldas. Más tarde supe que se trataba del lago Llanquihue y los volcanes Osorno y Calbuco.

 El amigo de papá nos esperaba; su familia me esperaba con los brazos abiertos; los hijos del matrimonio rápida y amistosamente me mostraron el lugar, y me participaron de sus secretos, haciéndome sentir como en casa.

  Luego vino el período más hermoso, el mundo escolar. Así comenzó una nueva etapa en mi vida…..
Mis primeros años de estudio, los realicé en una casa particular, mientras se construía el colegio que me albergó hasta convertirme en un hombre.

Años después, con la construcción del edificio de concreto, pasó a llamarse “el colegio viejo”, aunque, para mí siempre se mantuvo joven, y lleno de calor humano.
Hace poco supe que lo habían demolido; derrumbaron todo lo que fue mi mundo, sentí  ganas de llorar, quise verlo por mí mismo.

Del querido colegio donde pasé tantos momentos felices, mis mejores años, no quedaba nada; en su lugar había una nueva construcción, moderna, que parecía reírse de mi vejez. Bajé los brazos derrotado pensaba en lo injusto de la vida, del tiempo, que no se detiene, y nos deja en este mundo extraño.
De improviso sentí  su  voz, estaba cambiando, sí pero ¡ era la misma!- ¿Cómo no reconocer la voz de mi querido Germania?.

Comprendí que todos eran uno, que seguías siendo tú, viejo y querido colegio; tu cuerpo ha cambiado eres más grande, te has dividido; pero tu alma sigue igual, eres y serás siempre tú; aunque tu fisonomía se modernice y tu voz tenga distintos  tonos; siempre lo reconoceré, este timbre de ahora es la vieja campana de entonces, pero que con el mismo amor, llama a sus hijos, incluso los niños son los mismos.

Ya no creo en la injusticia de la vida, moriré feliz por haberte reencontrado.

Fuente:  Anuario1984 del Colegio Germania de Puerto Varas, pp 33
 
 
 
Nota de la R: *Alejandra Steger de la Maza,  estaba en tercero medio en 1984 cuando escribió este cuento, que refleja  muy bien el interés y el esfuerzo  de los colonos alemanes católicos de tener un colegio donde sus hijos podrían aprender las tradiciones de nuestros antepasados  .

  Recordemos que en esos tiempos, primeras décadas del siglo XX, los alumnos del Colegio Germania  viajaban a  Puerto Varas procedentes de Fresia,Colegual, Loncotoro,  Puerto Octay, Frutillar, Nueva Braunau, Los Muermos, Llanquihue, Totoral, Llico,Línea Nueva ,  etc,  unos se quedaban internos, otros emprendían el regreso el mismo día . Recorrían  grandes distancias y en diferentes medios de transporte lograban  finalmente llegar al Colegio.

La importancia de este cuento , es que Alejandra,  pese a sus cortos años, 16 o 17 ,  logra retratar y describir, muy bien  la vida de los colonos ;  los deseos y anhelos de ellos, como igualmente la resolución que tenían para que sus hijos pudieran estudiar y salir adelante.


   En definitiva  es un cuento que rescata  parte de la historia del Colegio Germania, sus comienzos , evocando recuerdos del viejo colegio, rematando en que todo puede cambiar físicamente,  pero sigue siendo el mismo viejo y querido colegio que tanto amamos y conocimos.

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