El
domingo de pascua de 1772, el capitán holandés Jacob Roggeveen descubrió una
pequeña isla en el Pacífico Oriental. La isla de Pascua, como él la llamó,
poblada hacia el 400 a.c.
Con sólo 30 km de anchura máxima se encuentra
a más de 1600 km de la isla del pacífico más cercana y a 3218 km de Chile.
Debido a este aislamiento, los nativos creían que no existían más habitantes en
el mundo.
Roggeveen
descubrió que tenían su propia cultura: eran los únicos polinesios que habían
desarrollado una escritura, utilizando símbolos pictóricos, además de ser
expertos en grabados sobre piedra.
Cuando
Roggeveen llegó a la isla de Pascua en 1772, descubrió cientos de gigantescas
estatuas de piedra por toda la costa. Estas esculturas llamadas MOAI, están
hechas de diferentes piedras volcánicas y algunas tienen unos “copetes” o
coronas hechas de diferentes piedras rojizas.
Las esculturas, unas 600, algunas veces medían
20 metros y pesaban 45 toneladas. Cuando
las estatuas estaban terminadas, se llevaban desde la cantera hasta una
plataforma de piedra llamada AHU, que contenía una tumba.
Se sabe
poco sobre ellas, pero quizás para los isleños fueran guardianes de la muerte o
tal vez representaran los espíritus de la misma.
Otro misterio
es cómo fueron trasladadas, Quizás utilizaban caballetes, almádenas, cuerdas y
fuerza muscular.
Fuente:
Diario La Tercera: Fascículos coleccionables “The Picture Atlas of the world”. Tercera Edición 1995, Impresión Consorcio
Periodístico de Chile S.A, febrero de 1997. Santiago de Chile, pp 19
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