jueves, 18 de junio de 2015

Ciclo Segunda Guerra Mundial : Documento Nº6: POSICIÓN DE CHILE DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL .


“……difícil le sería a Chile  intentar mantener su neutralidad frente a las presiones de las potencias en pugna durante el gran conflicto que se inicia  en Europa en 1939.

 Nuevamente cuando en 1941 Estados Unidos se incorporó al conflicto, los demás países se vieron en la necesidad  de fijar sus posiciones. En última instancia, la entrada de Estados Unidos a la guerra se produjo luego del ataque japonés a Pearl Harbor, hecho frente al cual el presidente interino de Chile expresó que el gobierno con fecha 9 de diciembre, había dictado un decreto en el que declaraba que no consideraba beligerantes, para los efectos de la aplicación de las leyes y principios que rigen la neutralidad, al gobierno de Estados Unidos y los gobiernos de las naciones americanas que se hubiesen declarado en estado de guerra con motivo del conflicto entre los Estados Unidos y Japón.

Esta actitud se apoyó en un principio fundamental de la política internacional de Chile : el de solidaridad hacia todo país de nuestro continente que sea agredido por una potencia extracontinental.

Pero sin perjuicio del estatuto no  beligerante otorgado a los Estados Unidos, que hizo extensivo a otros países americanos que habían declarado la guerra a una o más potencias del Eje, el gobierno de nuestro país promovió la reunión de consulta de Río de Janeiro, con el propósito de fijar una actitud solidaria de América frente al conflicto.

Esta solidaridad quedó claramente manifestada en la reunión de consulta celebrada en la ciudad capital de  Brasil.

Pero al gobierno de Estados Unidos no le bastó tal apoyo, aspirando a obtener un acuerdo de rompimiento con las potencias del Eje, frente al cual países como Chile y Argentina hicieron presente sus reservas, apoyándose en el criterio de que cada Estado debería actuar de acuerdo con sus propios intereses y circunstancias.

Esta posición de independencia sustentada por el gobierno chileno, regido por el presidente interino Jerónimo Méndez y por su canciller Juan Bautista Rossetti, encontró amplia acogida en la opinión pública.

También fue luego inicialmente sustentada por el presidente Juan Antonio Ríos. Pero, de una manera al comienzo respetuosa y diplomática, el gobierno de Estados Unidos siguió presionando, actitud que llevó al Presidente Ríos a declinar una invitación de Washington para visitar ese país.

En el fondo, Ríos temió comprometerse y optó por no exponerse tan directamente a las presiones del gobierno estadounidense.

No obstante dentro del gabinete del  presidente Ríos había a lo menos cuatro ministros que pensaban que Chile debía negociar su posición  frente al Eje, a cambio de beneficios económicos; esta actitud era compartida por sectores de algunos partidos políticos.

Por otra parte, una circular confidencial del Ministerio de Relaciones Exteriores, del 9 de julio de 1942, muestra tanto la posición que al respecto sostuvo el Partido Comunista como la sostenida por el gobierno.

“El Senado-dice dicha circular- aprobó en sesión de hoy, con sólo dos votos en contra, correspondientes a senadores comunistas, la política internacional del gobierno. Representación comunista propuso ruptura con el Eje, la cual fue rechazada con la misma votación. El texto de la declaración de gobierno aprobada por el Senado es el siguiente:
El gobierno se mantiene fiel a sus compromisos de solidaridad continental y conforme a esa  política, acentuará su actitud de vigilancia y represión de actitudes que se realicen dentro de su territorio y de sus aguas jurisdiccionales, y que pueden perjudicar a un país americano. El advenimiento de hechos nuevos que afecten a nuestro país puede modificar nuestra situación   ……”.

Es decir , la posición que hasta ese momento sostuvo el gobierno de Chile era de apoyo a los países americanos  y, a la vez, de independencia frente a las potencias en pugna; decisión que sólo se podría modificar de acuerdo a los mecanismos constitucionales de la república, en el caso que los intereses de ella así lo aconsejaran.

Por su parte, el gobierno de los  Estados Unidos, informado de que en nuestro país había quienes deseaban aprovechar la oportunidad para negociar, expuso que éste no era un asunto susceptible de negociación y que era de interés, tanto para Chile como para los demás países con los cuales éste mantenía  relaciones diplomáticas. Además, dice que espera que cuando Chile comprenda su responsabilidad ante la solidaridad del Hemisferio Occidental, romperá relaciones con el Eje.

Esta declaración causó gran molestia en el gobierno por considerarla una seria intromisión en asuntos internos del país.

Pero las presiones del gobierno estadounidense continuarán a través  de distintos medios, algunos de ellos  francamente lesivos para la dignidad nacional.

Por su parte, el presidente Ríos continuó ateniéndose a los criterios ya expresados.  La independencia de Chile frente a toda presión, lo que no significaba desentendimiento respecto  de los intereses hemisféricos: actitud ésta que, en general, la opinión pública chilena apoyó sin reservas.

No obstante, algunos meses después, hubo indicios que permitían apreciar un cambio de actitud del gobierno chileno frente a los países del Eje. En el mes de diciembre de 1942, el enviado chileno ante el gobierno de Estados Unidos, Raúl Morales Beltramí, transmitió la intención de llegar a un rompimiento con las potencias del Eje, pero junto con declarar dicha intención, el representante de nuestro gobierno hacía hincapié  en las grandes necesidades chilenas para la defensa del territorio, en especial de las regiones de Tocopilla, Coronel y Valparaíso.

Es decir, el gobierno chileno se encontraba en disposición de negociar el rompimiento sobre el cual el gobierno estadounidense insistiera durante largo tiempo. Logrado ya un acuerdo al respecto, el  20 de enero de 1943, el gobierno de Chile decretó:

“ Decláranse suspendidas a contar de esta fecha las relaciones diplomáticas y consulares del gobierno  de la República  con los gobiernos de Alemania, Italia y Japón.

“El Ministerio de Relaciones Exteriores tomará las medidas y disposiciones consiguientes a la indicada ruptura de relaciones .

“El Ministerio del Interior , de acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, dictará las providencias que requiera el debido resguardo de las personas y propiedades de los agentes diplomáticos y cónsules de los mencionados países extranjeros  y de sus connacionales que no contraríen  los propósitos  que se han tenido en cuenta al resolver  la suspensión de las relaciones diplomáticas con los mismos países.
 ”Tómese razón, comuníquese, publíquese e insértese en el Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno.
Juan Antonio Ríos
Joaquín Fernández

En esa misma fecha, el presidente Ríos  explicaba al país las razones que respaldaban la acción llevada adelante.

Refiriéndose a las recomendaciones estipuladas en la tercera reunión de consulta de Río de Janeiro, Ríos justificó la medida diciendo que ”aunque esta declaración se limita a hacer una recomendación de ruptura y, de consiguiente, no envuelve una obligación jurídica para las naciones concurrentes a su aprobación, estimo, no obstante, que una recomendación de esta naturaleza, analizada a la luz de los acuerdos tomados en conferencias anteriores y de los puntos 1º y 2º de su propio texto, envuelve una obligación de gran valor moral para Chile, dado que en ella se reafirma el principio de solidaridad continental y el reconocimiento de que todo acto de agresión contra uno de los países del Nuevo Mundo constituye una amenaza inmediata a la libertad e independencia de América”.

Resulta curioso destacar que en un  primer momento la posición del gobierno chileno precisaba que sólo cuando nuevos hechos afectaran a los intereses de Chile, podrían  llevarlo a una ruptura con el Eje, para más adelante sostener que la decisión la justifica por una obligación moral.

Para entender este cambio de postura, debemos considerar, por una parte, las constantes presiones estadounidenses ya comentadas. Pero también contribuye a explicar este cambio de posición la creciente comprensión de que las fuerzas totalitarias, representadas por los movimientos fascista y nacionalsocialista, herían los sentimientos humanitarios y democráticos del mundo occidental, hechos sobre los cuales insistía constantemente la persistente propaganda desarrollada con ese fin por los gobiernos aliados.

Por último, interesa recordar aquí un punto ya explicado en la crónica general del período, a saber que el gobierno chileno se vio forzado y pactó con graves consecuencias para los intereses económicos del país.


Fuente: Izquierdo, Gonzalo: “Historia de Chile”, TOMO III, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile 1990,pp 198-200

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