viernes, 26 de junio de 2015

EL FERROCARRIL EN CHILE .




El ferrocarril está ligado a la invención de las máquinas de vapor, las que fueron muy importantes para el desarrollo de a Revolución Industrial  durante el siglo XIX. La Revolución Industrial modernizó la producción, abarató las mercaderías, intensificó el comercio y acercó a los pueblos a través del transporte.

Una caldera encerraba la fuerza para muchos demoniaca , del vapor . Esta fuerza era entregada en forma regulada a cilindros que ponían en movimiento a ejes y palancas.

De todas las invenciones, la que más contribuyó a la transformación del mundo en ese tiempo fue el ferrocarril.

El año de aparición del ferrocarril, reconocido universalmente, es 1802, cuando los ingleses Richard Trevithick y  Andrew Vivian  patentaron una locomotora  de vapor que se desplazaba  por rieles a través de un engranaje. Treverick  desde niño , había frecuentado a Santiago Watt, donde ya se construían bombas y otras maquinarias utilizando la energía del vapor.

 A los 26 años había construido su primer “vehículo de vapor”.

La idea de colocar sobre el terreno rieles de madera o  hierro para disminuir el roce, y aumentar por tanto la fuerza de tracción, no era nueva; los egipcios  y romanos ya la habían utilizado para el transporte de cargas pesadas.

La novedad consistía en la fuerza de tracción, la locomotora de vapor.

Hasta ese  momento, el galopar a caballo era lo más rápido que se podía viajar por tierra, el ferrocarril modificó para siempre el transporte terrestre.

EL FERROCARRIL EN CHILE  .

La historia del ferrocarril en Chile se remonta a mediados del siglo XIX, cuando las locomotoras de vapor daban sus primeros pasos en el mundo.
Nuestro país fue uno de los pioneros en el sur de América en incorporar el ferrocarril, pues se consideró que iba a crear “una revolución”, “un nuevo Chile”, que iba a constituir un aporte fundamental al desarrollo que gracias a la minería, estaba viviendo el país.

DE CALDERA A COPIAPÓ  .

Después del descubrimiento del mineral de plata de Chañarcillo, en 1832, hombres de todo el país y de diferentes nacionalidades acudieron a Copiapó en busca del preciado mineral. Interminables filas de mulas cargadas con él bajaban por las laderas e iban hacia las fundiciones. La producción era tan grande que ya no bastaban las mulas y las carretas; surgió la idea, entonces de construir un ferrocarril que transportase el mineral.

Juan Mouat, un relojero que había llegado de Escocia, fue quien en 1845 concibió la idea de construir un tren que uniera el pueblo de Copiapó con el puerto de Caldera.

En 1848 obtuvo, por decreto supremo del gobierno de Manuel Bulnes, la concesión para construir el ferrocarril.
Sin embargo, por falta de recursos económicos, Juan Mouat debió abandonar su proyecto.

Fue entonces cuando William Wheelwright, empresario norteamericano que había llegado a Chile en 1841, decidió comprar la concesión que el gobierno había dado a Mouat.

Weelwright quien había fundado una compañía de vapores, recibió informes que señalaban que Caldera, una pequeña caleta de pescadores, era mejor puerto que el Puerto Viejo de Copiapó, que era el que se utilizaba.

 En  Caldera se podría construir un gran muelle, en el que todos los buques pudieran desembarcar sus cargamentos directamente en los carros del ferrocarril.

 Los principales interesados en el proyecto fueron 12 empresarios mineros, los que sin tardanza hicieron traer desde Estados Unidos a cuatro ingenieros a quienes se les encomendaron los estudios y construcción de la obra.

El largo de la línea entre las dos estaciones extremas era de 81 kilómetros.

 Los trabajos comenzaron en Caldera en marzo de 1850, con 50 hombres; a fines de octubre trabajaban más de 500 obreros en el proyecto.

En 1851 se probó la primera locomotora que funcionó en Chile, la “Copiapó”, con un acoplado de tres carros de carga. Los maquinistas encargados de movilizar la máquina fueron dos norteamericanos de apellidos Tarjet y Goudallen.

La “Copiapó”  funcionaba diariamente entre Caldera y Monte Amargo llevando rieles , durmientes y demás accesorios para proseguir la construcción de la vía, la que se terminó a principios de diciembre.

La inauguración oficial se fijó para el 25 de ese mes. Ese día hubo grandes fiestas y banquetes para el pueblo de Copiapó.

EL FERROCARRIL SE EXTIENDE  .

El éxito del ferrocarril fue tan grande, que el gobierno  de la época comenzó a mirar con muy buenos ojos la construcción de una vía que uniera las dos principales ciudades de la zona central del país : Valparaíso y Santiago.
Para llevar a cabo este proyecto, se necesitaron muchos recursos humanos, financieros y varios años para cumplir las diferentes etapas de su construcción.
Fue así como entre los años 1852 y 1857 se construyó el tramo Valparaíso- Quillota ( 55 kilómetros) y entre 1857 y 1863 el de  Quillota a Santiago (129 kilómetros)

Fuente: Diario  Las Últimas Noticias: Ayuda tareas “Remolino”, Año 1, Nº 13 Santiago de Chile, martes 28 de mayo de 1996.

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