jueves, 13 de agosto de 2015

HISTORIA ANTIGUA. DOCUMENTO nº10 : "DISCURSO DE PERICLES EN HONOR A LOS MUERTOS"

HISTORIA ANTIGUA. DOCUMENTO nº10 :   DISCURSO DE PERICLES EN HONOR A LOS MUERTOS

Tucídides, historiador griego del siglo V a.C., escribe en su obra “Historia de la Guerra del Peloponeso”, el discurso que Pericles gobernante ateniense pronunciara en honor a los muertos en la Guerra sostenida entre atenienses  y espartanos.

Esta oración fúnebre se ha convertido en un documento clásico que permite conocer y apreciar el concepto de democracia y el ideal de hombre, específicamente de ciudadano para los atenienses del siglo de Pericles.




“Nuestra constitución política no sigue las leyes de las otras ciudades, sino que da leyes y ejemplo a los demás . Nuestro gobierno se llama democracia, porque la administración sirve los intereses de la masa y no de una minoría.

De acuerdo con nuestras leyes, todos somos iguales en lo que se refiere a nuestras diferencias particulares. Pero en lo relativo a la participación en la vida pública, cada cual obtiene la consideración de acuerdo a sus méritos y es más importante el valor personal que la clase a que pertenece; es decir,  nadie siente el obstáculo de su pobreza o inferior  condición social, cuando su valía le capacita para prestar servicios a la ciudad.

Nosotros, pues, en lo que corresponde a la república gobernamos libremente y, asimismo, en las  relaciones y tratos que tenemos diariamente con nuestros aliados y vecinos , sin irritarnos porque obren a su manera, ni considerar  como humillación sus goces y alegrías, que a pesar de no producirnos daños materiales, nos ocasionan pesar y tristeza, aunque siempre tratamos de disimularlo.

Al tiempo que no existe el recelo en nuestras relaciones particulares, nos domina el temor a infringir las leyes de la república, sobre todo obedecemos a los magistrados y a las leyes que defienden  a los oprimidos y, aunque no estén dictadas , a todas aquellas que atraen sobre  quien las viola un desprecio universal.

Y, además, para mitigar el trabajo, hemos procurado muchos recreos al alma; hemos instituido juegos y fiestas que se suceden cada año; y hermosas diversiones particulares que a diario nos procuran deleite y disminuyen la tristeza. La grandeza  e importancia de nuestra ciudad atrae los frutos de otras tierras, de modo que no sólo disfrutamos de nuestros productos, sino de los que nacen en el universo entero.

Y efectivamente preferimos el reposo y el sosiego cuando no estamos obligados por necesidad al  ejercicio de trabajos penosos y también el ejercicio de las buenas costumbres a vivir siempre con el temor de las leyes de forma que no nos exponemos   al peligro cuando podemos vivir tranquilos y seguros, prefiriendo la fuerza de la ley al ardor de la valentía.

Tenemos la ventaja de no preocuparnos de las contrariedades futuras. Cuando llegan,  estamos en disposición de sufrirlas con un buen temple como los que siempre han estado acostumbrados a ellas. Por  estas razones y otras más aún nuestra ciudad es digna  de admiración. Al mismo tiempo que amamos simplemente la belleza, tenemos una fuerte predilección por el estudio.

Usamos la riqueza  para la acción, más que como motivo de orgullo, y no nos importa confesar la pobreza, sólo consideramos vergonzoso no tratar de evitarla.

Por otra parte, todos nos preocupamos de igual modo de los asuntos privados y públicos de la república que se refieren al bien común o privado y gentes de diferentes oficios se preocupan también de las cosas públicas. Sólo nosotros juzgamos inútil y negligente al que no se cuida de la república.

Decidimos por nosotros mismos todos los asuntos de los que antes nos hemos hecho un estudio exacto: para nosotros, la palabra no impide la acción, lo que la impide es no informarse antes detenidamente de ponerla en ejecución.

Por esto nos distinguimos, porque sabemos emprender las cosas aunando la audacia y la reflexión más que ningún otro pueblo. Los demás , algunas veces por ignorancia, son más osados de lo que requiere la razón, y otras por querer fundarlo todo en razones, son lentos en la ejecución.

  Sería justo tener por valerosos aquellos que, aún conociendo exactamente las dificultades y ventajas de la vida, no rehúyen  el peligro.

En lo que se refiere a la generosidad, también somos muy distintos a los demás, porque procuramos adquirir  amigos dispensándoles beneficios antes recibiéndolos de ellos, pues el que hace un favor al otro está en mejor condición que quién lo recibe para conservar su amistad y benevolencia, mientras que el favorecido sabe que ha de devolver el favor, no como si hiciera un beneficio, sino en pago de una deuda.

También somos los únicos en usar la magnificencia y liberalidad con  nuestros amigos y no tanto por cálculo de la conveniencia como por la confianza que da la libertad.

En una palabra afirmo que nuestra ciudad es, en conjunto, la escuela de Grecia, y creo que los ciudadanos son capaces de conseguir una completa personalidad para administrar y dirigir perfectamente a otras gentes en cualquier aspecto. Y todo esto no es una exageración retórica dictada por las circunstancias, sino la misma verdad, la potencia que estas cualidades nos han conquistado os lo demuestran claramente.

Atenas es la única ciudad del mundo que posee más fama que todas las demás. Es la única que no da motivos de rencor a sus enemigos por los daños que les inflige, ni desprecio a sus súbditos por la indignidad de sus gobernantes.

Esta potencia la  demuestran importantes testigos y de una manera definitiva para nosotros y para nuestros descendientes. Ellos nos tendrán en gran admiración sin que tengamos necesidad de los elogios de un Homero, ni de ningún otro, para adornar nuestros hechos con elogios poéticos capaces de seducir únicamente , pero cuya ficción contradice  la realidad de las cosas.

Sabido es que gracias a nuestro esfuerzo y osadía hemos conseguido que la tierra y el mar por entero sean accesibles a nuestra audacia, dejando en todas partes monumentos eternos de las derrotas infligidas a nuestros enemigos y de nuestras victorias.


Fuente: De la Jara, Fernando; Duchens, Nancy; Frei R.T; Irene: “Antología de Documentos de Historia Universal”. Material para el profesor.  CPEIP. Lo Barnechea, Santiago de Chile, abril de 1991, pp  17-18

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