sábado, 23 de mayo de 2015

Ciclo Segunda Guerra Mundial : Documento Nº 1: "La Invasión a Polonia 1 de septiembre de 1939" .



Ha comenzado la segunda guerra mundial   .

Confiado en que las democracias occidentales no reaccionarían, el 1 de septiembre de 1939, a las 4.45 horas, Hitler hace avanzar a los ejércitos alemanes sobre una Polonia indefensa.
Prosigue así el proceso de expansión del Tercer Reich, que ya ha incorporado a su territorio a Austria, el Sarre y parte de Checoslovaquia.
Pero Hitler se ha equivocado: Francia e Inglaterra reaccionan y comprendiendo que nada sino la guerra detendrá al líder nazi le declaran la guerra, conflicto que enlutará al mundo durante 6 años y costará 36 millones de muertos. 

LA HORA DE LAS ESPADAS .

Desde que asumió el poder,  Hitler trató de devolver a los alemanes su orgullo patrio, profundamente herido por la derrota en la Primera Guerra Mundial  .
“En adelante, el arado cede su sitio a la espada. Nuestras fronteras, trazadas por una evolución que ya no aceptamos, no podrán detener la eterna marcha de los germanos hacia el sur y el oeste de Europa”.
Con gravedad, jóvenes generales y oficiales alemanes escucharon estas palabras, largamente esperadas desde 1918.
El hombre que las pronunciaba, Adolfo Hitler, era ahora el jefe del III Reich (El I Reich había sido el Imperio Germánico medieval y el II, El Imperio Alemán fundado en 1871 y desaparecido en 1918).
Hitler acababa de acceder a la Cancillería, a petición del Presidente Paul von Hindenburg. Y este discurso pareció prometer una nueva era a la joven generación nazi. Era enero de 1933.

EL CANCILLER HITLER  .
Pronto, las circunstancias políticas permitieron al novel Canciller manifestarse por primera vez.
En efecto, hacía aproximadamente un año que el mundo occidental luchaba con un problema derivado del tratado de Versalles, que puso término a la Primera Guerra Mundial: el desarme general.
Se habían estudiado diferentes proyectos, y todos habían sido rechazados. Sólo uno parecía digno de tenerse en cuenta, el conocido Plan Mac Donald: reducir a 200 mil hombres los ejércitos europeos. Pero Alemania rehusó incluir en ellos a sus milicias partidarias.
En la segunda quincena de octubre de 1933 hubo una corriente de sorpresa en el mundo occidental. Hitler anunció bruscamente que Alemania se retiraba de la conferencia de desarme y, al mismo tiempo, de la Sociedad de Naciones. A partir de ese momento, el nuevo Canciller tenía intenciones de crear un ejército alemán  poderoso e independiente. Inmediatamente la industria pesada, la industria de guerra se puso a trabajar.
En primer lugar, Hitler se entregó a una reorganización completa de Alemania. A fin de sentirse más seguro, firmó un pacto de no agresión con Polonia , el 26 de enero de 1934. La Cancillería polaca apoyó así durante años la política del III Reich, sin entrever a qué precio iba a pagarlo unos años más tarde.
“Es preciso extender nuestras fronteras”, había dicho el Führer(jefe), y también lo había escrito en su libro Mein Kampf (Mi lucha):  “Es preciso unir Austria y Alemania”.
El 25 de julio de 1934, el Canciller austriaco Engelbert Dollfuss, socialcristiano, fue asesinado por los nazis austriacos. Hitler no fue totalmente ajeno a este atentado, según se murmuró en todas las Cancillerías europeas. Y esos rumores tenían su razón de ser. Muerto Dollfuss, era posible apoderarse del poder y proclamar la unión de Austria con Alemania.
  Pero Benito Mussolini, el “jefe” italiano, se interpuso. Era amigo personal de Dollfuss, y, sobre todo, Italia no tenía muchos deseos de tener a los alemanes al otro lado de sus fronteras. Así el plan de Hitler fracasó…….. al menos momentáneamente.
En Francia existía un poco de inquietud por esta agitación al otro lado del Rin. El Ministro de Asuntos Exteriores, Louis Barthou, intentó una maniobra para conjurar el peligro: se volvió hacia los comunistas.
Con su apoyo, la Unión Soviética entró en la Sociedad de Naciones y se negoció una alianza franco-soviética. Este tratado fue firmado el 2 de mayo de 1935 por el Canciller francés Pierre Laval, pues entretanto Barthou había sido asesinado en el puerto de Marsella, junto con el rey Alejandro de Yugoslavia.
Sin importarle estas tentativas de acercamiento franco-soviéticos. Hitler continuó su obra. El 13 de enero de 1935  el territorio del Sarre , separado de Alemania por el tratado de Versalles, reafirmó , con el 90% de los votos su adhesión al Tercer Reich . Poco después, el 16 de marzo, el Führer restableció el Servicio Militar en Alemania.
El ejército comprendería en adelante 36 divisiones en tiempos de paz, y la Luftwaffe, la famosa Fuerza Aérea nazi, estaba en vías de creación.
 Esta violación al tratado de Versalles inquietó mucho a París, Londres y Roma. El 11 de abril de 1935, en Stressa, a orillas del Lago Mayor, fronterizo entre Suiza e Italia, los tres decidieron formar un bloque para impedir la ascensión del nazismo.
Pero el 18 de junio de 1935, Inglaterra, olvidando un poco los acuerdos de Stressa, autorizó la construcción  de una marina de guerra alemana igual al 35% de su propio tonelaje. Era favorecer, una vez más, el progreso del equipamiento del III Reich.
Hitler dio otro paso adelante: desde el tratado de Locarno (Suiza) en 1925, la región alemana de Renania estaba declarada desmilitarizada. Este estatuto constituía una salvaguardia de la frontera belga-franco-alemana.
Ahora bien , el 7 de marzo de 1936, alentado por la complacencia británica, Hitler hizo entrar sus tropas en Renania. ¿El pretexto? La firma del pacto franco soviético, que representaba, a sus ojos, una “violación” del pacto de Locarno.
Era el primer golpe de fuerza intentado por Hitler, una prefiguración de lo que iba a seguir. Casi todos los elementos estaban dispuestos:
 Alemania que escoge una progresión brutal y audaz
Francia, que cierra los ojos ( en el momento de la invasión a Renania, el gobierno francés estaba a dos meses de elecciones), y
Gran Bretaña, que, con unos pactos quizá mal concertados con sus aliados, favorece el avance del Tercer Reich
Así estaban las cosas cuando estallan, casi simultáneamente, tres focos de incendio: en Europa, África y Extremo Oriente, protagonizados, respectivamente, por Alemania, Italia  y Japón, los países que más tarde formarían el Eje Berlín-Roma-Tokio.

TENSA ESPERA   .
Las pequeñas guerras en que se vieron envueltos Alemania, Italia y Japón antes de 1939 sirvieron para entrenar  a las fuerzas armadas de esas naciones.
Antes de entrar en 1940 en el conflicto, los ejércitos italianos se foguearon en África. El 3 de  Octubre de 1935 invadieron Etiopía, en la África Oriental. Empleando y probando las armas modernas, conquistaron sin dificultad esa indefensa nación y tomaron la capital Addis Abeba, el 5 de  mayo de 1936.  Los etíopes continuaron desordenadamente la resistencia en las montañas, sin significarles mucho peligro a las fuerzas armadas italianas.
Más tarde, apenas terminado el conflicto en África, tanto fuerzas del ejército como aviación italianas intervinieron abiertamente en favor de las fuerzas nacionalistas en la guerra civil de España, iniciada en julio de 1936, sufriendo pérdidas de consideración ante las milicias republicanas en la zona de Guadalajara.

PREPARACIÓN DE JAPÓN  .
Independiente y aislado en el extremo oriente, Japón no sólo inició a mediados de 1937 la preparación  de las ofensivas que más tarde desataría en toda el Asia sudoriental, sino la primera de sus futuras grandes conquistas.
 En los dos años que mediaron entre el comienzo de su incursión contra China  y el inicio de la guerra en Europa, conquistó toda la China nororiental y centro oriental.
En el primer año de hostilidades, iniciado el 7 de julio de 1937, dominó los accesos del río Hoang Ho y el curso inferior del río Yang Tsé, con la toma de las ciudades de Shanghái en agosto  y de Nanking en diciembre .
En el segundo año de  guerra, tomó el curso medio del Yang Tsé, alcanzando hasta el lago Tung Ting y ocupó la ciudad de Hankow en noviembre . Más al norte se estableció sólidamente en el Hoang Ho y en las vías de comunicación.
En septiembre de 1939 ya había desembarcado en algunos puertos del sur de China, estableciendo bases para conquistar la China sudoriental y tomar a la lejana Chung King. A pesar de haberse desangrado un poco en China, el ejército y la aviación japonesas habían logrado disminuir la distancia que los separaba, en preparación y organización militar de las potencias occidentales.
La experiencia había sido costosa, pero  era el precio que tenía que pagar por sus futuras y fulminantes victorias contra los angloamericanos en el sudoccidente del continente asiático.

PREPARACIÓN DE ALEMANIA  .
 De hecho, los dos grandes beneficiarios de la cuestión etíope y en parte de la guerra española fueron Roma y Berlín. Para ellos, la alianza se perfilaba y el acercamiento se vio aún favorecido por el advenimiento al gobierno italiano de Galeazzo Ciano, nuevo Ministro de Asuntos Extranjeros casado con una hija de Mussolini. Ciano era muy favorable al III Reich.
En 1937 Hitler había alcanzado la primera parte de su programa, es decir, la supresión de las cláusulas del tratado de Versalles y la  organización de Alemania .
 En el plano estrictamente militar, el avance ya era muy notable con relación a los países vecinos. Por Ejemplo: la industria alemana podía entregar 4.320 aviones modernos a la Luftwaffe en el curso de ese año, mientras que en Francia se construían a duras penas 450.
El 5 de noviembre de 1937, el Führer reunió a su estado mayor para examinar la situación, había llegado el momento de ir más lejos.
La segunda parte del programa era la conquista del espacio vital, el “Lebensraum”(en castellano, espacio vital ). Primer objetivo: Austria y Checoslovaquia.

CAEN AUSTRIA Y CHECOSLOVAQUIA  .
Intentando preservar la paz a todo precio, Francia e Inglaterra permitieron que Hitler se apoderara de Austria y Checoslovaquia.
 El único obstáculo que Hitler veía en su camino hacia la anexión de Austria y Checoslovaquia era Italia. Pero felizmente para él, Mussolini estaba demasiado ocupado con España y Etiopía como para preocuparse por los problemas de Europa Central.
 El Canciller austriaco Kurt von Schuschnigg fue invitado a la residencia del Führer en Berchtesgaden , y tratado ahí sin ninguna consideración, obligándosele a integrar elementos nazis en su gobierno.
 Inquieto por esta actitud, trató de realizar un plebiscito, pues veía como indispensable reafirmar la independencia de su país.
 Pero era demasiado tarde. El 11 de marzo de 1938, Schuschnigg recibió un ultimátum alemán: “No hay plebiscito”. Unos días más tarde Hitler exigió su dimisión pura y simple.
El 12 de marzo de 1938  las tropas alemanas  entraron en Austria . Schuschnigg renunció y fue hecho prisionero hasta 1945; en 1947 se trasladó a Estados Unidos.
 Consultado el pueblo austriaco, se pronunció por la anexión a Alemania , la “Anschluss” , por el 97% de los votos.

CAÍDA DE CHECOSLOVAQUIA .
Hitler se volvió entonces a Checoslovaquia. También aquí el pretexto invocado fue la presencia en ese país de numerosos alemanes de origen, 3.200.000 sudetes de lengua alemana. Konrad Henlein, su líder, recibía todas sus órdenes de Berlín .
¿Qué pedía?. La autonomía de los sudetes. Por supuesto, el Presidente checoslovaco, Eduard Benes, rehusó considerar esta posibilidad.  De todos modos pidió consejo a sus aliados. El resultado de esta consulta fue poco alentador. Edouard Dalanier, presidente del Consejo francés, prometió su ayuda en caso de conflicto, esperando secretamente que no lo hubiese.
La URSS aceptó igualmente  socorrer a Benes si era preciso, pero a condición de que Francia entrara antes en la lucha. En cuanto a Inglaterra, insistió en practicar una política de apaciguamiento.
  En abril, Arthur Neville Chamberlain hizo saber que incluso su gobierno no iría a la guerra por Checoslovaquia. El Premier británico parecía convencido de que las  pretensiones alemanas no carecían totalmente de fundamento.
El 12 de septiembre de 1938, en Nüremberg, Hitler cambió de tono. Ya no se trataba de la autonomía interna de los sudetes, sino de la anexión del territorio a Alemania.
Inquieto, Chamberlain tomó el avión para Berchtesgaden el 15 de septiembre. Para Hitler fue una excelente ocasión de renovar sus reivindicaciones. Perplejo, el Premier Británico se reunió con Daladier y de común acuerdo acordaron ceder .
 Checoslovaquia  recibió un verdadero ultimátum franco-británico, conminándolo a aceptar la desmembración.
Conseguido este punto, Chamberlain volvió, lleno de esperanza, a ver a Hitler.
Una nueva y amarga sorpresa le esperaba: El Führer le pidió la evacuación pura y simple de los checos. Estos deberían dejar en el lugar todo lo que poseían, no llevarse nada. Incluso se fijó una fecha para su “partida”  en masa: el 1 de octubre.

ENCUENTRO EN MUNICH .

En el momento en que más se temía una guerra, Europa se vio beneficiada con una nueva tregua, un nuevo plazo: la conferencia de Munich. Mussolini fue quien tomó la iniciativa de reunir a los cuatro occidentales, -Francia, Inglaterra, Italia y Alemania- del 29 al 30 de septiembre de 1938. La ex  Unión Soviética no fue invitada.
Para los aliados esta reunión fue catastrófica. Por temor a provocar un conflicto, Londres y París cedieron en todos los planos y Checoslovaquia fue abandonada a Hitler. En adelante, este último no perdió su tiempo.
El 14 de marzo de 1939, Hitler convocó al Dr.  Hacha, nuevo Presidente checoslovaco a Berlín.
Después de una escena de violencia inaudita, le obligó a dejar entrar las tropas alemanas en Praga. Hacha cedió, y el 15 de marzo de 1939, la Wehrmacht invadió Bohemia. Hungría y Polonia participaron en el reparto de la misma: cada uno recibió un trozo de territorio.
El 7 de abril, Italia ocupó Albania.


PACTO NAZI COMUNISTA   .
Para los aliados, la única consecuencia de este asunto fue comprender que, en adelante, ya nada detendría a Hitler. Que la política de apaciguamiento estaba totalmente desfasada. Que era preciso resistir al III Reich de todas las maneras posibles. Por otra parte, comenzaron a precisarse los peligros. Hitler miraba esta vez a Polonia.
Por este lado tenía dos reivindicaciones que satisfacer: la posesión de Danzig y las comunicaciones a través del corredor polaco.
Durante siglos el puerto de Danzig, ubicado en el Mar Báltico, había estado sucesivamente en manos alemanas o polacas. En 1919, por el tratado de Versalles, fue separado de Alemania y, contra la protesta de la población, mayoritariamente germana, convertido en Ciudad Libre bajo soberanía polaca.
El corredor polaco, por su parte, era una franja de territorio que el tratado de Versalles asignó a los polacos para permitirles acceso al mar Báltico. Pasaba por territorio alemán y separaba la Prusia Oriental del resto de Alemania.
Desde fines de la Primera Guerra Mundial, tanto Danzig como el corredor constituían espinas clavadas en el corazón germano.
A partir del mes de  abril de 1939, Hitler preparó un plan de invasión cuya ejecución estaba prevista para el 1 de septiembre siguiente .
Obligados con Polonia, Francia y Gran Bretaña hicieron comprender  al Führer que esta vez se opondrían a toda nueva conquista alemana. Hitler no se preocupó. Acababa de firmar el 22 de mayo un “pacto de acero” con Italia, verdadera alianza ofensiva de los países del Eje .
De todos modos le pareció necesario neutralizar a las potencias occidentales antes de intentar el gran golpe. Corría el riesgo   de que Italia no fuese un aliado suficientemente eficaz.
España estaba demasiado ocupada en curar sus heridas ¿Qué pasaría si Londres y París se decidieran defender a Polonia con las armas?.
Era preciso entonces concluir a toda costa una alianza que tuviera peso, una alianza capaz de dar miedo a los occidentales y reducirlos al silencio. En una palabra, era preciso tratar con Moscú.
El Ministro de Asuntos Exteriores nazi se puso inmediatamente a trabajar. Dos hechos actuaron a su favor: Primeramente, José Stalin  estaba profundamente ofendido por no haber sido invitado a Munich. De ello le había quedado una desconfianza instintiva con respecto a las potencias occidentales . Además, el jefe del Kremlin no ignoraba que Polonia estaba en las miras del III Reich. Repartirse Polonia, incluso con una Alemania nazi, era algo que merecía pensarse.
 La delegación franco-británica, que también buscaba hallar un punto de entendimiento con Moscú, se encontró totalmente desbordada, sobrepasada.
Y el 23 de agosto el mundo, estupefacto, se enteró de que dos potencias tan ferozmente antagonistas como la Alemania Nazi y la ex URSS comunista, dos potencias cuyas ideologías respectivas se habían enfrentado ya en tantos terrenos, acababan de firmar un pacto de no agresión.

GUERRA RELÁMPAGO  .
Al amanecer del 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas se desplegaron sobre Polonia ,flanqueando en masa la frontera polaca y convergiendo hacia su capital, Varsovia, desde el norte, el sur y el oeste. Desde entonces, la paz no fue sino una palabra a la que se agarraban algunos diplomáticos utópicos. Después de seis años de alianza- el pacto de no agresión Berlín-Varsovia, databa de 1934-, Alemania y Polonia se habían hecho enemigas.
Según Hitler, la manzana de la discordia entre ambos países era Danzig y su famoso corredor. Pero, en realidad, lo que el Führer perseguía era la conquista de Europa.
Apenas un mes después de la Conferencia de Munich, el 24 de octubre de 1938, el Ministro de Asuntos Extranjeros, Joaquim von Ribbentrop, se topó con el embajador de Polonia, Joseph Lipski en el curso de un almuerzo en la residencia campestre de Hitler. Allí le declaró sin rodeos que Danzig debía “volver” a Alemania. “El Reich-le expresó- desea construir a través de territorio polaco una soberbia autopista y una doble vía de ferrocarriles que enlazarán a Alemania con Danzig y Prusia Oriental. Esta soberbia  autopista y doble vía deben beneficiarse, entiéndase  bien, del derecho de extraterritorialidad”.
La respuesta polaca fue negativa, y en las siguientes semanas el “no” opuesto por el gobierno de Varsovia a las gestiones alemanas se hizo más categórico.
Entonces Hitler decidió la suerte de Polonia.
“He resuelto-comunicó a sus generales-volverme hacia el oeste, y sólo después al este. No obstante, veo con claridad que Polonia, (al este de Alemania) nos atacaría cuando estuviéramos enredados por el oeste, y tendríamos que sostener una guerra con ella en un momento inoportuno. No es posible perdonar a Polonia, y por eso nos vemos obligados a tomar la siguiente decisión: atacarla en la primera oportunidad. Del pretexto no se preocupen; yo lo daré en el momento oportuno”.
Según afirmó luego la gente presente en la reunión, levantando la vista y fijándola en los miembros de su  Estado Mayor, Hitler agregó en esa oportunidad:
“ No esperen una repetición pura y simple del caso checo. Esta vez , señores, habrá guerra”.

OFENSIVA DIPLOMÁTICA  .

La guerra contra  Polonia se inició con una ofensiva diplomática emprendida en marzo de 1939. Ese mes, Hitler exigió la entrega de Danzig y un corredor alemán a través del corredor polaco, a fin de unir Alemania y Prusia Oriental mediante una autopista y una vía férrea, demandando para ambas los derechos de extraterritorialidad. Es decir, hizo públicas las expresiones que meses antes formulara en privado  su Ministro de Asuntos Extranjeros.
Los polacos se negaron a aceptar esas exigencias y la prensa nazi, de manera orquestada y siguiendo instrucciones precisas de Paul Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda nacionalsocialista del Reich, inició una violenta campaña contra Polonia.
Los acontecimientos culminaron el 31 de agosto de 1939, cuando el Reich envió un ultimátum sobre el problema de Danzig y el corredor.
Mientras el embajador polaco en Berlín Joseph Lipski, procuraba en vano establecer negociaciones, sin que los jerarcas del gobierno nazi ni siquiera se dignaran recibirlo, se producía el pretexto profetizado por Hitler a sus generales para abrir y justificar las hostilidades .
En la noche del 31 de agosto, delincuentes comunes alemanes fueron sacados de sus prisiones y vestidos con uniformes polacos. Ellos y no otros atacaron la ciudad fronteriza alemana de Gleiwitz, destruyendo una estación de radio y un puente, con lo que proporcionaron el pretexto propagandístico para la invasión proyectada cuidadosamente en el llamado “Plan Blanco”.
 Horas después de esta farsa, al amanecer del 1 de septiembre de 1939, los ejércitos alemanes iniciaron su ataque a Polonia. La Segunda Guerra Mundial había comenzado. Eran exactamente las 4 horas y 45 minutos.
 
TANQUES Y CABALLOS  .
En su ataque a Polonia, Hitler se planteó como objetivo destruir el ejército enemigo lo más rápidamente posible. Para ello intentó triturar esa nación en una especie de tenaza cuyas mandíbulas , partiendo de Moravia (en Checoslovaquia) y de Prusia Oriental, debían cerrarse primeramente sobre la capital de Varsovia, y seguidamente sobre la ciudad de Brest-Litovsk.
Alemania no escatimó en cuanto a medios utilizados: 1.200.00 soldados entrenados y equipados, se hallaban  ya agrupados desde el 20 de agosto en la frontera polaca, en la región de Poznan. . Estaban repartidos en 74 divisiones, 5 de ellas blindadas, puestas bajo el mando supremo del general von Brauchitsch. Una fuerza aérea de  2.050 unidades había sido puesta a disposición de Hermann Göring.
Gran parte de esta masa  se arrojó  en el cielo polaco hacia su objetivo: depósitos de municiones, puentes, vías férreas y columnas de tropas polacas.
Göring utilizó la táctica de las oleadas sucesivas. En medio de un zumbido infernal, los Stukas atacaban en picada a las columnas polacas que avanzaban penosamente. Las ametralladoras escupían fuego, los civiles huían. En algunas horas, Polonia, aterrorizada, desorganizada, experimentó a su costa  los nuevos métodos de guerra inaugurados por el Reich.
LA NOTICIA EN ALEMANIA .
Durante este tiempo, Alemania se enteró que desde  hacía algunas horas estaba en guerra. Sólo faltaba persuadir a los berlineses de que este conflicto era necesario. Hitler se empeñó a fondo en ello. “Esta noche,  por primera vez y en nuestro territorio-anunció-, Polonia ha hecho abrir el fuego por sus soldados regulares. Desde las 5.45  de la mañana nosotros tiramos por nuestra parte. A partir de ahora, a una bomba responderá otra bomba”.
 La declaración hecha en un tono marcial, constituyó el primer boletín militar de la campaña de Polonia.
La noticia encontró a los berlineses somnolientos y apáticos. Después los comunicados se sucedieron en la radio, las ediciones especiales expusieron sus titulares en los periódicos. Y los cañones antiaéreos se alzaron en las cuatro esquinas de la ciudad, mientras que en el cielo pasaban sin descanso los aviones que se dirigían a Polonia.

DE TRIUNFO EN TRIUNFO  .
Para Alemania, la campaña de Polonia constituyó una serie continuada de triunfos.
Aunque el numeroso ejército polaco-de un millón de hombres- luchó con bravura, sus armas, su preparación y mandos no admitía comparación con los germanos, siendo destruidos en menos de cuatro semanas de combate.
Polonia debió enfrentarse a un nuevo tipo de guerra, para la que no estaba de modo alguno preparada : la Blitzkrieg” (guerra relámpago), que se caracterizaría  por ataques sorpresivos de miles de tanques y otros vehículos blindados, de tropas motorizadas y bombardeos en serie de la aviación, en una guerra mecanizada al máximo, como nunca antes había conocido el mundo.
A la formidable maquinaria bélica germana, los polacos opusieron un ejército dividido en seis grandes masas de desigual composición, con material  en general antiguo y que incluso comprendía 12 brigadas de caballería, gloriosa y romántica en el pasado, pero obsoleta e impotente ante la lucha mecanizada del siglo XX.
La aviación polaca fue aniquilada antes de que hubieran transcurrido 48 horas del inicio de las hostilidades. Sus 500 anticuados aparatos fueron destruidos en tierra, antes que despegaran, sus instalaciones incendiadas y sus tripulaciones muertas o heridas por el bombardeo sorpresivo de la Luftwaffe. Mientras tanto, el ejército germano irrumpía en Polonia por el norte y por el sur.

UN MUNDO DESCONCERTADO  .
El 31 de agosto de 1939, en las capitales europeas todavía se esperaba que la paz pudiera ser mantenida. Mussolini acababa de proponer la reunión de una conferencia internacional en Roma, con una sola condición: que Polonia reconociera la unión de Danzig a Alemania.
Después de muchas dilaciones muchas  consultas, Daladier, en Francia, reunió a su gabinete. Georges Bonnet, ministro de Asuntos Extranjeros obligó a todo el mundo a aceptar esta proposición: “O la conferencia o la guerra”, dijo.
Al día siguiente la proclamación de Hitler  puso de acuerdo a todo el mundo: era la guerra.
El Führer siempre había esperado que Gran Bretaña y Francia abandonaran a Polonia a su suerte. En efecto, él apenas estaba dispuesto a afrontar una guerra mundial que le cogería en tenaza en todos los frentes.
El 1 de septiembre por la tarde, Gran Bretaña tomó contacto con el gobierno alemán en Berlín. El portavoz británico rogó a Ribbentrop que recibiera a su embajador en cuanto fuese posible “para un asunto urgente”. Algunos minutos más tarde el embajador de Francia efectuó una gestión parecida .
El lenguaje empleado por los dos diplomáticos fue prácticamente el mismo: a menos que el gobierno alemán estuviera  dispuesto a dar seguridades satisfactorias de que suspendería toda acción progresiva contra Polonia y haría volver con prontitud sus fuerzas del territorio polaco, los gobiernos aliados cumplirían sin vacilaciones sus obligaciones para con ese país.
Al día siguiente, 2 de septiembre, las emisoras  de radio de Gran Bretaña y de Francia  anunciaron la movilización general. El 3 , a las 9 de la mañana, el embajador británico remitió al ministro Plenipotenciario alemán un ultimátum: Gran Bretaña entraría en guerra contra Alemania si esta última no había retirado sus tropas de Polonia antes de las 11. Algunos minutos más tarde un ultimátum análogo fue remitido por el embajador francés. Hitler, no obstante su inquietud, no respondió. Esa noche fue declarada la guerra entre los gobiernos aliados y el III Reich.

LA MUERTE DE UN ESTADO  .
Dos enemigos irreconciliables se habían unido para repartirse los despojos de Polonia: la Alemania nazi y la ex Unión Soviética comunista.
Desde el ataque del 1 de septiembre, Alemania no dejó de progresar a través de una Polonia aniquilada.
Después de haber atacado el río Vistula el principal del país, al norte  de Bromberg, el ejército nazi se dirigió hacia el sur sobre la meseta polaca y el alto valle del Vístula. En una semana, las divisiones alemanas autotransportadas llegaron a las puertas de Varsovia, el 9 de septiembre.
Desde hacía varios días el Führer trataba de empujar a su aliado Stalin a intervenir a lanzar el ejército rojo al este de Polonia, pues veía como necesario acabar con la resistencia polaca que comenzaba a costar cara a Alemania.
Stalin vacilaba y buscaba pretextos para postergar su intervención. Pero en el momento en que  el ejército alemán se aproximaba a Varsovia, se dio cuenta de que era necesario avanzar para defender sus intereses. En consecuencia el 17 de  septiembre al amanecer, el ejército rojo pasó la frontera y se dirigió hacia la capital polaca, amparado por un pretexto falaz:  era necesario proteger a los ucranianos y rusos blancos de la avidez de una tercera potencia que podría sacar provecho de la aniquilación de Polonia.
Como primera ciudad europea bombardeada por alemanes desde que lo fuera Madrid, Varsovia sufrió diez ataques diarios. Pero resistiría heroicamente antes de caer, el 28 de septiembre, bajo los golpes repetidos de alemanes y soviéticos.
 Después de su derrumbe, comenzó a desarrollarse el tristemente célebre “ghetto” de Varsovia, donde se amontonarían hambrientos y torturados , millares de judíos.
A fines de septiembre, Alemania y la ex URSS se repartieron las ruinas de Polonia.
El 5 de octubre, Hitler entró triunfador en la capital polaca, constituyendo el gobierno general toda la parte de Polonia ocupada por el ejército nazi.
Por otra parte el país fue dividido desde ese momento en regiones administrativas directamente dependientes de Berlín o Moscú. Los dos agresores , en efecto, habían cambiado de opinión el 23  de agosto: no se trataba de mantener la independencia polaca.
El antiguo gobierno de Varsovia huyó. Pero de inmediato se originó un movimiento de resistencia que abarcaría todo el país y cuyo eje se encontraba en París y Londres.
El balance de la campaña de Polonia fue estremecedor: apenas tres semanas de guerra, millares de muertos, 700 mil prisioneros, ciudades enteras arrasadas y un estado borrado del mapa.
Había comenzado el conflicto que costaría al mundo un total de 36 millones de pérdidas humanas: la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: Diario La Tercera: Suplemento“Grandes EPISODIOS dela Historia: Invasión a Polonia”. Santiago de Chile, s/f, pp 46

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